Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, mejor conocido como Diego Rivera, nació el 8 de diciembre de 1886 en Guanjuato, México, y apagó su luz un día como hoy, pero de 1957. Sin embargo, sus murales son inmortales y siguen atrayendo la mirada de todo el mundo.
Por: Alan Sánchez.
Al escuchar el nombre de este icónico personaje es inevitable pensar en sus impactantes obras, esas que dieron color al siglo XX y que retrataron elementos representativos de la cultura mexicana. De hecho, sus trazos tienen vigencia hasta nuestros días, ya que seguimos considerando a Diego Rivera como uno de los mayores representantes de la Escuela Muralista de nuestro país.
Creador de imágenes fascinantes para artistas y gustosos de la pintura, pero también para personajes de la vida pública o la política, este talentoso mexicano vivió distintos problemas desde temprana edad, ya que tuvo el infortunio de perder a su hermano gemelo (tan solo a un año y medio de su nacimiento) y luego sufrió raquitismo (fragilidad de los huesos por falta de vitamina D, calcio o fósforo), lo que hizo que su complexión física estuviera marcada por la debilidad.
Fue hasta 1896 que superaría estos problemas, al descubrir su verdadera pasión: la pintura. En ese año comenzó a tomar clases nocturnas en la Academia de San Carlos, donde por azares del destino conoció al paisajista José María Velasco, toda una gran celebridad debido a su impresionante obra pictórica.
Con el paso de los años, Rivera empezó a destacar y a recibir becas y apoyos tanto de instituciones gubernamentales como de servidores públicos; fue así que logró hacer un viaje a España, donde se familiarizó con la obra de artistas como Goya, El Greco y Brueghel. Además, tuvo la oportunidad de ingresar al taller de uno de los paisajistas más famosos de Madrid: Eduardo Chicharro.
Las experiencias que obtuvo en su prolongado viaje por Europa le permitirían tener los conocimientos para iniciar su primer mural en enero de 1922, titulado La creación, en el Anfiteatro “Simón Bolívar” de la Escuela Nacional Preparatoria. En este excelente trabajo plasmó su poderoso estilo, en el que enalteció las tradiciones indígenas y negras con una depurada técnica europea. Esto lo colocarían en la mira de todo el mundo, volviéndose un creador a seguir y una importante influencia para el Muralismo mexicano y latinoamericano.
Rivera tuvo muchas otras creaciones memorables en territorio mexicano, ya que también pintó importantes murales en la Secretaría de Educación, la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo (para muchos su obra mejor lograda), el Palacio de Cortés (en Cuernavaca), el Palacio Nacional y el Palacio de Bellas Artes. Una bella producción de caballete completa su extensa obra.
Fundador del Partido Comunista Mexicano, Diego Rivera visitó la Unión Soviética entre 1927 y 1928. De regreso a México contrajo nupcias con la también pintora Frida Kahlo, y persuadió al gobierno mexicano para que concediese asilo político al revolucionario ruso León Trotski (1936), lo que le valió la expulsión del Partido Comunista (donde la mayoría eran afines a José Stalin).
Si quieres conocer a profundidad la obra de Diego Rivera, ¡debes cuidar tu salud visual! Por eso te recomendamos que acudas a revisión con el oftalmólogo una vez al año, incluso cuando no haya síntoma alguno de enfermedad en la visión, y que atiendas los problemas habituales que afectan al ojo con soluciones oftálmicas efectivas y seguras, como las de Similasan, que se elaboran con los mejores productos de origen natural bajo estrictos estándares de calidad.
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